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Brecha salarial en México: desafíos



En el artículo anterior al que denominamos ‘’Igualdad de Género en la Educación’’ comentábamos acerca del porqué las mujeres insistimos en acelerar y hacer una realidad la igualdad en todos los ámbitos de la vida. Esta insistencia ha encontrado resultados legales, sociales y culturales hasta el día de hoy. Estos resultados han permitido que las personas entendamos que, a lo largo del tiempo, se han mantenido y ha habido resistencia en reconstruir prácticas que propician la violencia en las sociedades, principalmente, entre hombres y mujeres.

Ahora se entiende un poco más, que las relaciones sociales en las que nos movemos las mujeres se construyen tanto en el ámbito privado como en el ámbito público. Uno de los temas que continúan pendientes para nosotras es eliminar lo que tiene que ver con la brecha salarial.

Estudios historiográficos han demostrado que las mujeres accedimos al espacio público por medio de la educación formal, sin embargo, hay que señalar que era un privilegio al que no todas podían acceder, pues era para mujeres de la clase media y alta. Empezaron a decretarse leyes que permitieron su incorporación al sector informal, a la manufactura y al sistema educativo por lo que iniciaban con la práctica de aportar económicamente al matrimonio o el hogar, pero no tenían derechos para administrar los bienes, mucho menos eran bien pagadas. Este contexto se traducía a que no podían acceder a una mejor calidad de vida, autonomía y bienestar social.

En la actualidad, las mujeres continuamos migrando del espacio privado al mercado de trabajo, aunado a ello, se nos sigue pagando menos que a los hombres por el mismo trabajo o similares y con el mismo horario laboral. El estudio ‘’Discriminación estructural y desigualdad social, que realizó en el 2017 el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED), demostró que las mujeres mexicanas, ganamos, en promedio, 34.2% por ciento menos que los hombres.

Además, que en muchos trabajos se carece de prestaciones y seguridad laboral para las mujeres. A lo que habría que añadir que éste el sector de la población es el que más desempeña actividades que demandan una menor calificación como enfermeras, afanadoras, cuidadoras, trabajadoras domésticas y del comercio informal.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados trimestrales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el trimestre octubre-diciembre de 2016, en el que señalaba que algunos hombres ocupados, reportaron un ingreso promedio de seis mil 204 pesos mensuales, mientras que el de las mujeres fue de cuatro mil 788 pesos al mes, con una diferencia de mil 416 pesos.

El comportamiento de la brecha salarial a nivel nacional varía según la entidad federativa. Tiende a ser mayor en entidades que tienen las mayores tasas de participación en la actividad económica del país como Baja California Sur, la Ciudad de México, Quintana Roo, Colima, Yucatán, Nayarit, Sonora, Coahuila, Tlaxcala y Nuevo León.

Nuevo León se posiciona como la primera entidad con el más alto índice de brecha salarial donde un hombre gana dos mil trescientos tres pesos más que una mujer, traducido a otras palabras, representa un 39 por ciento. La diferencia tiende a incrementar cuando hablamos de brecha salarial en puestos de alta dirección.

De acuerdo con el resumen ejecutivo ‘’Las mujeres en el trabajo’’ de la Organización Internacional del Trabajo; a escala mundial, la brecha salarial se estima en una media mundial del 23 por ciento. Lo que significa que las mujeres ganan el 77 por ciento de lo que ganan los hombres. Y señala que no únicamente los factores de educación o de edad son los que intervienen en esta desigualdad; sino que tiene mucho que ver la infravaloración del trabajo realizado por las mujeres.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ (OCDE) en sus recomendaciones para eliminar la Brecha de Género en México, señala como fundamental: Asegurar el acceso a educación de calidad para las mujeres, desarrollar mejores mecanismos para reconciliar el empleo con la vida familiar, contar con un periodo de maternidad remunerado, eliminar barreras de género en el lugar de trabajo, la integración al empleo formal y a los sistemas de seguridad social y promover la reducción de las barreras al emprendimiento.

Lo cierto es que en las últimas décadas, se han realizado progresos en la reducción de la brecha salarial, pero estos avances han sido mínimos y lentos, si prevalece este ritmo, se necesitarán más de 70 años y muchas generaciones para llegar a una igualdad salarial. Pues no han existido políticas públicas reales para hacer frente a esta problemática que nada tiene que ver con la situación económica de un país.

 

Fuentes:

http://www.conapred.org.mx/

http://www.inegi.org.mx/

http://internet.contenidos.inegi.org.mx/

http://www.unesco.org

https://www.oecd.org