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- Mujeres en Movimiento
- 9th of May 2025

La historia de la paz en el mundo es también la historia de las mujeres que, frente a la violencia y la guerra, han levantado su voz y su acción en favor de la vida. En México, donde la violencia estructural, el crimen organizado y las desigualdades han dejado una profunda huella en el tejido social, las mujeres han sido pilares en la construcción de paz, justicia y reconciliación. No solo resisten los conflictos armados y la inseguridad cotidiana, sino que los confrontan con propuestas, liderazgo y soluciones transformadoras. Desde las luchas de las madres buscadoras que recorren el país en busca de sus hijas e hijos desaparecidos, hasta las defensoras de derechos humanos y territorios en comunidades indígenas, las mujeres mexicanas han demostrado que su visión de seguridad no se basa en el poder militar, sino en la dignidad humana, la justicia social y el bienestar colectivo. México ha vivido, especialmente en las últimas décadas, una violencia generalizada que ha afectado de manera desproporcionada a las mujeres. Feminicidios, desapariciones, violencia sexual y desplazamientos forzados son solo algunas de las formas en que la violencia se manifiesta. Pero esta misma realidad ha llevado a miles de mujeres a convertirse en agentes clave de cambio, promoviendo procesos de reconciliación, justicia restaurativa y reconstrucción comunitaria. En estados como Guerrero, Michoacán y Chiapas, mujeres lideran iniciativas de paz en zonas afectadas por el crimen organizado y conflictos sociales. En la Ciudad de México y otras capitales, han llenado las calles con marchas que claman por un país libre de violencia patriarcal y estatal. También en el ámbito político y diplomático, las mexicanas han defendido la inclusión de la perspectiva de género en las políticas de seguridad y desarme, alineándose con la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad impulsada por la ONU. A pesar de su papel fundamental, en México, como en muchos otros países, las mujeres siguen estando subrepresentadas en los espacios donde se toman decisiones sobre la seguridad y la paz. Las mesas de diálogo con grupos armados, los foros de justicia transicional y los espacios legislativos aún carecen de una participación equitativa de mujeres, especialmente de aquellas que vienen de comunidades rurales, indígenas o marginadas. El desarme, en el contexto mexicano, implica también desmontar la cultura de impunidad y violencia que ha sido tolerada durante décadas. Significa desactivar la militarización de la seguridad pública y construir nuevas formas de justicia que pongan al centro a las víctimas, especialmente a las mujeres. Porque cuando ellas lideran, la paz es más profunda. Cuando participan, la justicia se humaniza y el tejido social se fortalece. Urge, por tanto, impulsar políticas públicas que garanticen la participación plena y segura de las mujeres mexicanas en todos los niveles de toma de decisiones sobre paz y seguridad. Y también es vital apoyar y visibilizar las iniciativas de base: esas redes de mujeres que, muchas veces desde el anonimato, reconstruyen comunidades, acompañan procesos de duelo, crean espacios de protección y siembran esperanza donde otros solo ven violencia. Hoy, frente a los desafíos que enfrenta México —crisis de derechos humanos, violencia armada, polarización social—, es fundamental reconocer que sin mujeres no hay paz posible. No se trata solo de incluirlas, sino de permitir que sus voces marquen el rumbo y definan las decisiones que construyen un país más justo y en paz.