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2019: Un año feminista en México



El feminismo no sólo ha conseguido llamar la atención mundial sobre la invisibilidad y la ausencia de las mujeres en el ámbito social y político, sino que ha ido formando y transformando significativamente los entornos.

Contrario a lo que se piensa, el feminismo no es un grupo radical que busca dividir o fomentar el odio hacia el género masculino, sino que es un movimiento político y social que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo, en contra de la opresión, la violencia sexual, subordinación y explotación, que busca condiciones de igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres en relación con los hombres, así como condiciones sociales justas para ambos sectores.

En el caso de México, el origen del feminismo data desde finales del siglo XIX y principios del XX, como resultado de desventajas sociales y desigualdades frente a los hombres que en ese tiempo eran más marcadas que en la actualidad.

El movimiento tiene raíz en Europa occidental de las olas feministas, cuando las mujeres pertenecientes a la clase media fueron motivadas por decidir sobre su cuerpo, condiciones dignas laborales, salud reproductiva y el derecho al voto.

En México hay estados donde se pide la alerta de género urgentemente y las autoridades no la otorgan, aún hay una gran inequidad respecto a las condiciones laborales, existe una enorme violencia implícita en muchas de las condiciones en las que las mujeres viven aquí, niñas que no tienen acceso a educación o que son vendidas para ser “esposas”, otras más que jamás podrán aspirar a ejercer una carrera pues sus familias les enseñan que deben casarse y solo para eso existen y otras tantas que sufrirán una vida de violencia doméstica pues deben aguantar lo que su esposo decida y mande.

Ahora bien, pese a todo esto, el mayor reto del feminismo en México radica en que como sociedad entendamos de qué va. El feminismo no es que las mujeres dejen de casarse, o parir, o ser amas de casa, no es que dejen de rasurarse y de enamorarse de hombres, no es que empiecen a golpearlos y a odiarlos, no es que dejen de respetarlos o de respetar a otras mujeres porque ellas toman decisiones diferentes a las que se promulgan a favor de la lucha.

Si hablamos de feminismo y de lo que busca en sentido estricto estamos hablando de que el mundo tenga las condiciones para que las mujeres puedan decidir si quieren embarazarse o no, ser profesionistas o no, ser qué tipo de profesionistas, estudiar una carrera que no sea solo considerada para hombres, que tengan igualdad de posibilidades para escalar a cierta posición donde hoy por hoy solo hay hombres en las mesas directivas, que puedan decidir sobre su cuerpo, ser frondosas o delgadas, vivir su sexualidad libremente sin ser llamadas de cual o tal forma, que puedan vestirse libremente – como los hombres- sin ser acosadas, violadas o muertas por ello, que puedan decir “no” y que su no se respete.

Esto también incluye que puedan decidir marchar o no con otras mujeres que marchan por ellas y que puedan casarse o no sin que esto las señale como traidoras de la causa.

Movimientos:

#MeToo

Aunque el movimiento hizo eco a nivel internacional en 2017 gracias al tuit “Si has sido acosada o violentada, responde con un #MeToo”, fue hasta este año que cobró fuerza en México, donde miles de mujeres alzaron la voz para denunciar las violencias que sufrieron en distintos ámbitos.

La primera denuncia fue contra el escritor Gersón Varona, pero la lista de acusados fue larga, por lo que se crearon en Twitter distintas cuentas en las que las mexicanas compartieron sus experiencias de acoso, abuso y violencia: #MeTooEscritoresMexicanos, #MeTooCine, #MeTooPeriodistas, #MeTooCreativos, #MeTooFotógrafos, #MeTooMúsicaMX, #MeTooArtesMX, #MeTooEmpresarios…

Los señalados y sus conocidos salieron en su defensa, lo que motivó una nueva etiqueta entre las feministas: #YoTeCreo. Pero el movimiento fue más allá de una red social, y pronto se conocieron las denuncias por acoso en las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). #NoMeCuidanMeViolan

El 12 de agosto, decenas de mujeres protestaron en la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina, donde gritaron -y pintaron con aerosol en las paredes- las consignas “¡Violadores!”, “¡Justicia!” y “No me cuidan, me violan”. También rompieron puertas y ventanas de cristal, y arrojaron diamantina rosa al entonces titular de la dependencia, Jesús Orta Martínez, cuando salió a dar un mensaje. ¿La razón? Dos jóvenes habían señalado como sus violadores a policías.

Las autoridades tildaron estos actos de “provocación” y señalaron a “un grupo” contra el que emprendería acciones legales, por lo que cuatro días después -el 16 de agosto- las feministas decidieron protestar una vez más en la capital del país, dejando a su paso diamantina rosa, pintas en monumentos y vidrios rotos. “Fuimos todas”, refutaron al gobierno de la ciudad, sin dejar de lado la razón principal de su movimiento: “¡Ni una más!”.

“¡Aborto legal ya!”

La “marea verde” también fue impulsada con fuerza en México este año con las consignas “¡Aborto legal ya!”, "Aborto sí, aborto no, lo decido yo" y “Por nuestro derecho a decidir”. El 28 de septiembre, las feministas aprovecharon el Día de Acción Global por la Despenalización del Aborto para teñir de verde la Ciudad de México, donde exigieron que se respete su derecho a decidir sobre su cuerpo.

Al mismo tiempo, algunos congresos estatales -como el de Hidalgo - discutieron legislaciones en esta materia; pero solo el de Oaxaca logró dar el paso y convertirse en la segunda entidad en despenalizar el aborto al igual que la Ciudad de México, que lo hizo hace 12 años.

La lucha por la interrupción legal del embarazo ocurrió en el año en que más carpetas de investigación se abrieron por aborto : 622, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, que ubica a la Ciudad de México como la que acumula más indagatorias (123).

“Un violador en tu camino”

El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, feministas de todo el mundo protestaron a su manera: en México, con marchas y portando las fotos de víctimas de feminicidio; en Chile -por ejemplo-, con el performance “Un violador en tu camino”, creado por el grupo Las Tesis y que rápidamente se convirtió en un himno de la “cuarta ola del feminismo”.

En cuestión de días, la estrofa “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía” hizo eco en el país, principalmente en la capital, en el Estado de México, en Puebla, en Veracruz, en Michoacán, en Guanajuato y en Yucatán, donde las mexicanas se vendaron los ojos, usaron colores negro, morado y verde, símbolos de la lucha contra la violencia y por la despenalización del aborto.