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Igualdad de género en la educación



Iniciemos este tema con un breve contexto histórico para entender mejor porque seguimos buscando las mujeres la igualdad de género en todos los ámbitos de nuestra vida, principalmente, en la educación. Dejando en claro que la igualdad no se ha alcanzado, en ningún ámbito.

Falta mucho por trabajar para lograr que todas las personas converjamos en una sociedad igualitaria. Aún surgirán muchas generaciones que no vivirán bajo la igualdad. Sin embargo, sí con más acceso y protección a ciertos Derechos Humanos, principalmente, las niñas y las mujeres.

En el tema de la educación, a partir del siglo XVIII, en plena Revolución Francesa, recordemos a la literata francesa, Olympie de Gouges (1748-1793) quien escribió la ‘’Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana’’, tratando de reinvindicar el derecho de las mujeres al acceso a la educación y a la igualdad de Derechos. De romper con los estereotipos y roles de género para que las mujeres no volvieran al cien por ciento a sus roles domésticos y de espacios privados después de la revolución.

La filósofa y escritora inglesa, Mary Wollstonecraft, publicaría un año más tarde la ‘’Vindicación de los Derechos de la Mujer’’, una obra en la que condena la educación que se impartía a las mujeres por que las hacía ‘’más artificiales y débiles de carácter de lo que de otra forma podrían haber sido y porque deformaban sus valores con nociones equivocadas de la excelencia femenina’’.

Las primeras feministas, conocidas como de la Primera Ola, fueron quienes impulsaron a través del pensamiento que era posible una misma educación, tanto para hombres como para mujeres y entonces, sólo así se daría lugar a la igualdad de género. Pedían que se usarán las leyes del Estado para terminar con estas tradiciones de subordinación de la mujer. Y que se garantizará una enseñanza gratuita universal para ambos sexos. Wollstonecraft, respondía con este documento a Rousseau, este gran filósofo que aparece en infinidad de libros. Quien afirmaba que las mujeres debían recibir una educación diferente a la de los varones, pues se nos debía preparar para realizar un papel de esposas.

De modo general, las feministas del siglo XVIII reivindicaron el derecho de las mujeres a la educación, el derecho al trabajo, los derechos matrimoniales y el derecho al voto. Aún en la actualidad, la mayoría de niños que no asisten a la educación formal en el mundo son niñas. De acuerdo con un boletín de la Universidad Autónoma de México en el 2012, la situación de analfabetismo en el país es dramática. Hay casi seis millones de personas, mayores de 15 años, en condición de analfabetismo. De estos seis millones, poco más de tres millones y medio son mujeres que no saben leer ni escribir.

Habría que agregar las cifras de mujeres que sólo cursaron los dos primeros años de la primaria, o que sólo finalizaron la secundaria. O la preparatoria. También habría que mencionar que hay diferentes maneras de transmitir la educación, no sólo es a través de la educación formal. En este sistema, la familia, las instituciones, los y las amigas y la religión misma son participes en la generación de la desigualdad entre los géneros.

Si miramos la educación, por ejemplo, desde la figura de la familia, una de las tantas instituciones por la que se transmite la educación, que no siempre es oral. Hay una educación que no necesita de palabras, que esta sobreentendida y que genera también desigualdad y estereotipos de género.

Se educa a las niñas a ser biológicamente inferiores (física y mentalmente),  a que deben ser las pasivas, sumisas, calmadas, afectuosas, emotivas, temerosas, dependientes, ansiosas, con aptitudes para el trabajo manual, irracionales, siempre necesitadas de apoyo y ayuda de los hombres, limitadas al espacio doméstico y su sexualidad destinada a la reproducción.

En cambio, a los niños se les educa a ser biológicamente superiores (física y mentalmente), son los agresivos, dominantes, activos, dinámicos, poco afectuosos, inexpresivos, valientes, independientes, que no necesitan ayuda, racionales, con aptitudes para el trabajo físico, autoeficaces y autoeficientes, el espacio público es para ellos y su sexualidad está destinada al placer.

Es momentos de detenernos y señalar entro todas y todas que estas situaciones retardan por igual el progreso. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones y éxitos de las mujeres las que permitirán seguir avanzando hacia la construcción de una igualdad sustantiva. Y necesitamos acelerar este cambio para que no pasen otros doscientos o trescientos años para poder ver sociedades igualitarias, equitativas, diversas e incluyentes.

 

Fuentes:

http://www.pudh.unam.mx

http://jzb.com.es/resources

http://www.dgcs.unam.mx