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Ratificación de Mandato: Devolverle el poder al pueblo



Dice un dicho muy sabio que el que nada debe, nada teme, y eso aplica para todos los ámbitos de la vida, incluido por supuesto el público, en donde con mayor razón, quienes trabajan (o deberían trabajar) a favor de la ciudadanía deberían ser ejemplo y reflejo de valores como la honestidad y el respeto; sin embargo, la clase política a la que desafortunadamente ya nos acostumbramos las y los mexicanos cada día se aleja más de la práctica ética de sus funciones, promoviendo antivalores como la corrupción y la impunidad.

El fin de semana pasado, como la excepción que confirma la regla, en Jalisco se llevó a cabo un ejercicio de participación ciudadana sin precedentes en el que mujeres y hombres de 25 municipios de la entidad tuvieron oportunidad de participar en la ratificación del mandato de sus alcaldes; más de 150 mil ciudadanos hicieron posible una fiesta cívica en la que quien ganó fue la democracia y quienes habitan los 25 municipios sometidos al escrutinio público, que cabe resaltar son todos gobernados por Movimiento Ciudadano.

No obstante, la ratificación de mandato como instrumento de participación ciudadana no es nuevo en el estado de Jalisco, ya desde  2011, en Tlajomulco de Zúñiga, entonces gobernado por el ahora también alcalde de Guadalajara por Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro Ramírez se había implementado esta consulta para someter a la opinión de la ciudadanía la continuidad de sus gobernantes, como una acción voluntaria que promovida por Alfaro logró poner en la discusión popular la necesidad de activar modelos de participación en los que la ciudadanía tenga el poder de definir el rumbo de la política, el más importante de ellos: la revocación de mandato, elemento indispensable del que hoy todavía carece la democracia mexicana y que bien conducido nos daría la posibilidad de correr a los representantes que, como lo mencioné antes, vivan de la impunidad y la corrupción.

Sin duda las y los ciudadanos son protagonistas legítimos de la democracia, y dueños absolutos del poder en toda su extensión, y aunque durante décadas esta realidad se ha visto apagada por quienes han hecho del país su trinchera de fraudes y raterías, es hoy, a partir de ejercicios tan importantes como el vivido el pasado domingo en Jalisco que se puede reescribir el papel de la ciudadanía en la vida pública local y nacional.

Una visión de país en la que los puentes entre la ciudadanía y sus representantes se construyen a través de la participación efectiva nos permitirá avanzar a un estadío de la democracia en el que el patrón sean no los fraudes sino los principios éticos del servicio público; retomar los principios constitucionales del artículo 39 para devolver la soberanía a las mano del pueblo y alterar o modificar nuestra forma de gobierno según lo consideremos conveniente.

La ratificación de mandato, es una herramienta inspirada esencialmente en revocar el mandato de quienes gobiernan, dando a las y los ciudadanos una posibilidad de incidir en las definiciones políticas y aunque aún falta un buen camino por andar el ejemplo que dan los 25 alcaldes jaliscienses emanados de Movimiento Ciudadano de someterse a evaluación de manera  libre y directa, pero sobre todo, de poner su renuncia firmada en la mesa para cumplir con el mandato popular.

La ratificación de mandato abre la puerta al mejoramiento y consolidación de la democracia, y aunque aún las figuras de participación ciudadana en el país son incipientes y no están instrumentadas este es un momento coyuntural en el que la ciudadanía puede decidir quién se queda y quién se va, mientras que el compro miso de la clase política debe ser el de integrar en la agenda política a nivel nacional todos los mecanismos de participación ciudadana necesarios para avanzar.

No rinden cuentas quienes no tienen qué ofrecerle a las y los ciudadanos, pero como ya lo dije, el que nada debe, nada teme, y hay muestra de ello; vamos por la ratificación de mandato en todo México, que no quede ni un alcalde, ni un diputado, ni un solo representante popular que no someta su trabajo a revisión ciudadana.

Fuente: elregional.com.mx