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- 21st of November 2024
"Coraje, sacrificio, determinación, compromiso, resistencia, corazón, talento, valentía. De esto es de lo que están hecho las chicas; somos el diablo con azúcar y pimienta". Bethany Hamilton, surfista.
Con el paso de los años, las mujeres han conquistado diferentes espacios que antes parecían exclusivos para el género masculino.
En el deporte mexicano e internacional, cada vez más mujeres destacan por su capacidad en diversas disciplinas; ellas se atrevieron a perseguir sus sueños y a terminar con los estereotipos de género.
Este crecimiento no sólo se da con las deportistas, sino que hoy en día, cada vez existen más mujeres profesionistas al frente de los espacios de comunicación destinados al deporte.
El deporte es una vía para el desarrollo del cuerpo, coordinación, salud, además sirve como un medio para relacionarse ya que través de esta disciplina se comparten emociones y sensaciones, las cuales constituyen una gama de satisfactores que deberían estar al alcance de cualquier persona, ya que en buena medida son parte esencial de los derechos humanos.
En este sentido, la equidad en el deporte tiene que ver con buscar para las mujeres las mismas oportunidades para desarrollarse en todas las facetas del ámbito deportivo, ya que en buena medida los obstáculos por estereotipos culturales han marginado su desarrollo al ser consideradas como objeto estético.
En 1888, cuando el humanista y escritor Pierre de Fredy, creó el Comité para la Propagación de los Ejercicios Físicos en la Educación dejó claro que la mujer no participaría en los Juegos Olímpicos (1894), ya que lo consideraba "aberrante y contrario a la salud pública", pues se creía que las mujeres podrían adquirir terribles enfermedades, incluida la esterilidad, si salían de sus sillones de tejer. Este tipo de actitudes son producto del estereotipo que marca y condiciona pautas de comportamiento que forjan la identidad de las niñas y niños.
Mientras que en México, el inicio del deporte estuvo marcado por las comunidades prehispánicas, donde las mujeres participaron siempre de manera activa en juegos y competencias los cuales tenían un gran significado religioso y cosmogónico.
En los Juegos Olímpicos de México 1968, las primeras mujeres que lograron colocarse en el medallero mexicano fueron la esgrimista Pilar Roldán, con plata, y la nadadora María Teresa Ramírez, con bronce. En esa edición, por primera vez una mujer encendió el pebetero olímpico, y fue la atleta Enriqueta Basilio.
Desde ese momento las mujeres han tenido presencia, aunque la desigualdad de apoyos provocó que su proceso de desarrollo fuera lento.
En este sentido, el atraso en el ámbito deportivo ha sido influenciado por diversos factores de tipo institucional, social y escolar, los cuales han conjugado en contra de la equidad de género; sumado a los medios de comunicación quienes en su mayoría venden como atractivo visual a las atletas, más allá de destacar sus logros o historia de vida.