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El futuro de México será feminista, plural e incluyente o no será.



Al conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, desde Mujeres en Movimiento reafirmamos nuestro compromiso por acabar con la violencia contra la mujer y otras formas de violencia de género.
No es aceptable que cada día mujeres de todo México sean golpeadas, violadas y asesinadas. La brutalidad y la desigualdad deben terminar. El Estado debe proporcionar medidas adecuadas para prevenir la violencia y proteger a las mujeres amenazadas, enjuiciar a los agresores, asesorar y sensibilizar para cambiar la mentalidad de las y los ciudadanos. 
Son inaceptables los recortes por parte del Gobierno Federal por más de 2 mil 600 millones de pesos a programas dedicados a combatir la violencia de género en nuestro país. Lo real es que más de 10 mujeres son asesinadas en México todos los días, por el simple hecho de ser mujeres.
La violencia no ha dejado de escalar. Y seguimos sin una estrategia de seguridad a nivel nacional.
México tiene un gobierno que nos invisibiliza, que ignora y minimiza el incremento de las violencias que vivimos; que recorta y elimina los presupuestos destinados para combatir estas desigualdades y con todo esto, nos está robando nuestro derecho a un futuro. 
Ante esto no podemos quedarnos calladas, debemos alzar la voz, las niñas y mujeres de México merecemos un país más seguro, un país en el que podamos vivir libres, seguras y sin miedo.
El 25 de noviembre, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer pone en marcha los 16 días de activismo contra la violencia de género, que termina el 10 de diciembre, el Día de los Derechos Humanos. 
Es el momento de conmemorar y reafirmar nuestro compromiso por acabar con la violencia contra la mujer y otras formas de violencia de género.
En Mujeres en Movimiento respaldamos a todas las personas cuyas voces todavía no están siendo escuchadas. Porque el futuro de México será feminista, plural e incluyente o no será.
La pandemia en la sombra: violencia contra las mujeres durante el confinamiento
Desde que se desató el brote de COVID-19, los nuevos datos e informes que presentan quienes están en primera línea revelan que se ha intensificado todo tipo de violencia contra las mujeres y las niñas, sobre todo, la violencia en el hogar.
Es la pandemia en la sombra que crece en medio de la crisis de la COVID-19 y necesitamos un esfuerzo colectivo general para detenerla. Dado que los casos de COVID-19 siguen sobrecargando los servicios de salud, los servicios esenciales –como los refugios y las líneas de atención en los que se atiende a quienes padecen violencia en el hogar– han alcanzado el límite de su capacidad. Es preciso redoblar los esfuerzos para que enfrentar la violencia contra las mujeres pase a ser una prioridad en las medidas de recuperación y respuesta a la COVID-19.
Por qué debemos eliminar la violencia contra la mujer
La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:
violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
mutilación genital, y
matrimonio infantil.
Para mayor clarificación, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”
Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas. Por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y hace cumplir el derecho a la educación de las niñas, luego también le restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.
Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas y las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas, o mujeres y niñas que viven con el VIH y discapacidades, y aquellas en crisis humanitarias.
La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. Lo que es más, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin primero poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.