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No hay democracia si la voz de las mujeres se apaga



Si hablamos del talón de alquiles del gobierno federal lo primero que viene a nuestra cabeza son las mujeres. Recorte de presupuestos con perspectiva de género, invisibilización de las violencias y en general una profunda insensibilidad frente a las desigualdades que hoy en día seguimos atravesando.

El reflejo más evidente de una política basada en estas desigualdades se dio en días recientes con la renuncia de 3 funcionarias federales de alto nivel, a quienes las circunstancias les obligaron a tomar la determinación de no seguir participando en un gobierno al que claramente no le interesa propiciar un ambiente en el que la fuerza de las mujeres sea motor de las transformaciones que tanto necesita nuestro país.

La renuncia de Mónica Maccise al frente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, y las descalificaciones a la institución fue la más notoria, pero no la única. Asa Christina Laurell, titular de la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sistema de Salud también presentó su renuncia frente a la amenaza de la desaparición de dicha subsecretaría. Laurel es una mujer que ha externado su opinión frente a lo que no se está haciendo bien, y esa opinión le ha cobrado factura al interior de un gobierno claramente autoritario.

La última renuncia es la de Mara Gómez Pérez, titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, que se da después de que emitiera una crítica frente al recorte de presupuesto, otra vez, para los más vulnerables.

Lo que estas 3 mujeres tienen en común es que han sostenido con determinación su postura crítica frente a los errores que se han cometido desde el gobierno federal, que han utilizado su voz y sus espacios de manera autónoma y que han integrado sus talentos y capacidades en la función que hasta hace poco desempeñaban.

Es claro que en este régimen, la fuerza de las mujeres no es bien recibida. La inclusión es una simulación que se termina cayendo cuando trastoca los planes del poder presidencial.

 

El que las mujeres estemos en espacios de toma de decisiones es el resultado de décadas de una lucha constante que no puede minimizarse a representarnos sólo de manera enunciativa. Si vamos a estar en cargos determinantes debemos poder ejercer libre y autónomamente nuestras decisiones.

La fuerza de las mujeres no puede condicionarse a ningún gobierno, régimen o personaje, mucho menos a los intereses de nadie. Si vamos a participar de las decisiones a favor de México será con nuestra voz, nuestros talentos y nuestras ideas. No podemos permitir que ninguna sea censurada o invisibilizada por decir lo que piensa o actuar en congruencia.

La fuerza de las mujeres está en su voz, en nuestra voz. Que nada ni nada apague lo que mucho nos ha costado ganar.