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Paridad: entre la teoría y la terca realidad.



Reza el artículo cuarto de nuestra Carta Magna que: “El varón y la mujer son iguales ante la ley (…)”. Pero ¿realmente lo somos? 

Me cuento entre las ilusas que después de ver la aprobación de la iniciativa constitucional #ParidadTotal, pensamos que ya todas disfrutaríamos en igualdad de los derechos políticos que nos corresponden. 

Olvidé que, lamentablemente en nuestro país, no es así como funcionan las cosas. Aunque en teoría sí. 

El 6 de junio de 2019 se publicó en el Diario Oficial de la Federación una reforma a diversos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de paridad de género, que garantiza que la mitad de los cargos de decisión política de gobierno en los ámbitos federal, estatal y municipal, en los tres poderes de la Unión -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- y en los organismos autónomos, sean para las mujeres. 

Sin duda, un logro histórico. Festejamos entonces que nuestros espacios ya no serían prebendas, concesiones ni estrategias. Pasamos de las acciones afirmativas a obligar a los hombres a dejarnos pasar por derecho propio y al Estado a salvaguardar esa decisión. 

Pero en la práctica, resulta inverosímil que, a casi un año de su aprobación, no se hayan hecho las modificaciones necesarias a las normativas en las legislaturas locales, y más aún, que haya entidades en donde algunas fuerzas políticas estén frenando la armonización legal usando el tema como moneda de cambio. 

¿Aún pensamos que la paridad en México es total? ¿Es real? 

La terca realidad nos muestra que hoy en día, apenas el 25% de los congresos locales han aprobado en sus plenos la homologación de las reformas, lo que significa que, de no acelerar este ritmo, solo en 8 de los 32 estados, las mujeres tendríamos garantías legales de paridad de cara al próximo proceso electoral.

Diversas organizaciones de la sociedad civil, legisladoras, académicas y feministas reconocidas se han pronunciado por distintos medios y han hecho llegar exhortos a los congresos para que se garantice la armonización, sin embargo, la gran mayoría han sido omisos.

No sabemos si les gana el machismo, el desconocimiento, o simplemente no tienen voluntad política. Toca hoy, como tantas veces, organizarnos y exigir a nuestros representantes que de verdad nos representen para cumplir y hacer cumplir lo que la Constitución del país ordena. 

Frustra pensar que sin importar todo lo logrado, no deje de haber frenos para el avance político de las mujeres en este sistema creado por la lógica patriarcal. 

En nuestro México hasta cuando avanzamos hay que cerciorarnos que de que así es y hasta volver a pedirlo. Vivimos entre la teoría y la terca realidad.