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Las mujeres no hemos sido olvidadas por este gobierno, hemos sido deliberadamente excluidas.



Es lamentable que las mujeres en México hoy nos encontremos vulneradas por las estructuras institucionales que se empeñan en invisibilizar las violencias y las desigualdades, que persisten y se agravan, en gran medida por la indolencia de quienes están en el poder.

La fuerza de las mujeres no puede reducirse solo al discurso de campañas políticas, no podemos ignorar que hace dos años se prometieron cambios de fondo para reducir las brechas que hoy siguen creciendo desde las propias estructuras gubernamentales.

Para nadie es un secreto que los recursos económicos del país hoy están puestos en proyectos faraónicos, que el presupuesto federal se ha comprometido a causas que sólo interesan al gobierno, mientras se siguen haciendo recortes en temas torales en atención de violencias contra las mujeres y en rubros en los que es imperativo implementar políticas con perspectiva de género. Economía, derechos sexuales y reproductivos, empleo, mujeres indígenas son sólo algunos.

El impacto negativo de los recortes al fortalecimiento de la transversalidad de la perspectiva de género durante el ejercicio fiscal 2020 puede ser mucho más grave de lo que incluso ya se prevé. La falta de sensibilidad frente a las violencias y desigualdades es directamente proporcional a la soberbia con la que se asegura que unos cuántos programas sociales son suficientes para garantizar el pleno desarrollo de las mujeres; hoy 7 de cada 10 pesos originalmente destinados a propiciar la igualdad entre hombres y mujeres han sido redireccionados a esos programas que poco o nada tienen que ver con las mujeres y que responden al enfoque populista del régimen y no a la realidad que vivimos las mujeres en el país.

Mientras tanto, durante los últimos meses las estadísticas de violencia han incrementado exponencialmente. En promedio, hoy son 11 mujeres asesinadas diariamente, además, durante la pandemia de los 2 millones de personas que se han sumado a la informalidad económica, reduciendo sus ingresos y las oportunidades de movilidad social, el 60% son mujeres.

No es casualidad que los presupuestos con perspectiva de género no sean prioridad, tampoco es casualidad que las violencias vayan en aumento mientras el gasto va decreciendo. No hay atención a mujeres en peligro de violencia, no hay Refugios para salvaguardar nuestra integridad y la de nuestros hijos, hoy, las mujeres no tenemos certezas, hay un régimen que nos abandonó desde el día 1 de su mandato. No hay estrategia para combatir la violencia de género, ni eliminar las desigualdades o para estimular la fuerza de las mujeres.

Hoy somos las mujeres las más afectadas por el mito de la austeridad de un gobierno sin perspectiva de género. Lejos quedaron las promesas de aquél 2018.

La fuerza de las mujeres no puede frenarse a capricho de nadie, mucho menos condicionarse. El dinero de las y los mexicanos no debería invertirse en monumentos al ego de nadie, sino en estimular la igualdad y reducir las brechas de desigualdad en nuestro país. Ahí está la tarea que sigue sin hacer este régimen.