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¿Por qué sí al matrimonio igualitario?



A propósito de las aprobaciones del matrimonio igualitario en Chiapas y en Puebla, vale la pena analizar, Por qué sí al matrimonio igualitario?

El respeto a la vida y los derechos de todas las personas no debe frenarse por actos de odio y discriminación basados en ideologías religiosas.

En mayo pasado el ejecutivo propuso una adhesión al artículo 4° constitucional que elimina los términos discriminatorios que definían al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer; esa iniciativa también planteó modificaciones dentro del Código Civil Federal, lo que se interpreta como un “sí” al matrimonio igualitario.

Según datos aportados por el INEGI, en México sólo 40% de los 28 millones 700 mil hogares están conformados por familias tradicionales, es decir, las integradas por mamá, papá e hijos, mientras que aproximadamente 17 millones o 60% son hogares formados por otros modelos familiares, sólo madre, sólo padre, o los que se conforman sin lazos de consanguinidad.

Dado que el tema ha generado en el ámbito social discusiones entre los que están a favor y en contra, muchas han sido las manifestaciones que se han dado y que, definitivamente, en su mayoría tienen un carácter discriminatorio y homofóbico.

Disfrazar cualquier tipo de manifestación con preceptos de orden religioso no abona en nada a la construcción de un Estado que debe ser laico y que debe abogar por que todos los mexicanos, sea cual sea su preferencia sexual, gocen de plenos derechos y obligaciones.

El Estado debe trabajar en leyes que abonen a que todas las personas gocen de su derecho a ser felices y para ello debe garantizar que sean libres e iguales también ante la ley.

La familia, al igual que toda otra institución, es un producto social sujeto a modificaciones. Las relaciones humanas están atravesadas por la cultura, por eso, las normas y leyes se modifican con el objetivo de acompañar los cambios culturales.

El respeto a la vida y los derechos de todas las personas no debe frenarse por actos de odio y discriminación basados en ideologías religiosas. Nada debe pasar por encima de los derechos inalienables con los cuales nacemos todas y todos.

Estos argumentos no tienen ninguna base en la realidad, no son compatibles con la ciencia, y no deben tener cabida en ninguna legislación.